Trámites para la escuela en Miami

Un día después de nuestra llegada a Miami, nos pusimos las pilas para localizar el colegio que nos toca por la zona en la que vivimos. Teníamos un colegio muy cerquita del apartamento, a unos 5 minutos caminando y asumimos que nos tocaba ese, por lo que fuimos allí a averiguarlo todo. 

 Las clases empezaban el 19 de agosto y nosotros llegamos el día 15 de agosto, así que había que agilizar los trámites. Los colegios tienen aire acondicionado en las clases (como siempre, te congelas cada vez que entras de la calle a algún lugar cerrado). Nos atendió una señorita muy amable que al vernos la cara, enseguida cambió al español y nos explicó que aunque ese colegio estaba más cerca, por la dirección de nuestro apartamento, nos correspondía otro, así que nuestro gozo en un pozo, pues teníamos que ir a otro más lejos, del que no sabíamos nada.

En el otro colegio, otra señora nos dijo que efectivamente, ese era el colegio que nos correspondía y que los niños debían hacer primero las pruebas médicas correspondientes. Allí nos darían un papelito donde constan todas las vacunas y hasta que no volviéramos con dicho papel, no me daba más información sobre la escuela.

Le preguntamos la dirección y allí fuimos, con la ayuda del maravilloso GPS, a intentar resolver algo más. Menos mal que llevaba encima el récord de vacunas de España, las actas de nacimiento de cada uno, los informes escolares, etc.

Llegamos a un lugar en el que otra señorita nos dijo que teníamos que ir a hacer la inspección médica a otra dirección y una vez tengamos eso, podríamos pasar por allí de nuevo para ponerles las vacunas. Ya nos dieron las 11 de la mañana y los niños estaban mareados de dar tantas vueltas, pero allí nos dirigimos para dejar todo hecho.

Pues bien, cuando llegamos al ....Miami Health Center..... nos dijeron que había una espera de unas 2 horas. Decidimos quedarnos y esperar, ya que estábamos allí, aunque a los niños no les agradó demasiado. Al cabo de 3 horas, por fin nos llamaron. Ya no sabíamos qué hacer, porque no habíamos previsto tanta espera y no habíamos llevado ningún entretenimiento, además de que nos había dejado el dinero en la casa y no teníamos ni para un tentempié. Cuando entramos, una señorita muy amable me pregunta si hablo inglés y afortunadamente le dije que sí, porque si no, nos tocaría volver a esperar. Me hizo varias preguntas acerca de nuestra situación económica, de los ingresos, me pidió las actas de nacimientos y el libro de vacunas, para hacer fotocopias de todo e introducirlo en una base de datos. Me dio mil documentos para firmar y cuando pensaba que pasaríamos al médico para la revisión, la señorita me indicó mu amablemente, que debíamos volver a la sala de espera, porque eso no iba a suceder tan rápido.

Una hora después, los pobres angelitos aguantaban estoicamente y ya no sabíamos qué hacer. Teníamos hambre, sueño, cansancio y desesperación, pero ya que estábamos allí y habíamos pagado los 30 dólares por niño, seguimos esperando hasta que al fin nos llamó la enfermera. Les hicieron las pruebas de vista, oído y las preguntas habituales y esperamos en otra sala hasta que por fin llegó el médico. Nos dijo que si los niños venían de otro país, había que hacerles la prueba de la tuberculosis y que para ello, debíamos regresar antes de 5 días allí de nuevo y también les pondrían las vacunas que faltaban.

Así que resignados, nos fuimos a alimentar nuestras energías, después de comprobar que aunque hayamos cruzado el charco, los trámites burocráticos son iguales o peores que en España.

Al día siguiente, fuimos a completar el proceso de las vacunas. Le pusieron 4 vacunas a cada uno (y eso que ya tenían puestas todas las reglamentarias para su edad en España) y además les hicieron la prueba de la tuberculosis. Los pobres, aguantaron estoicamente, pero sufrieron un montón.

Una vez tengamos el resultado de la tuberculosis, hay que pasar por la escuela con el documento que nos entregan para poder empezar los trámites de la matrícula.