El viaje desde España a Miami es bastante pesado ya que son unas 9 horas de viaje (si es directo) y si uno viaja con niños pequeños, el viaje se hace interminable. Por suerte mis hijos se comportaron bastante bien y aunque ya no soportaban estar más tiempo en el avión, aguantaron estoicamente las 9 horas metidos en un avión de American Airlines, que si bien, no es un avión demasiado cómodo, al menos dan comidas y snacks a cada momento y el personal de tripulación fue bastante amable.
Tengo
que advertir, que desde que uno llega al mostrador para hacer el
check-in en España, de inmediato le leen las preguntas obligadas
para viajar a Estados Unidos con una compañía americana: "¿Quién
hizo su equipaje?","¿Alguien le ayudó?, "¿Alguna
persona le dio un paquete para llevar a EEUU?", etc). De nuevo
al montar en el avión, el personal vuelve a hacer las mismas
preguntas: "¿Alguien le cogió la maleta mientras estaba
esperando al embarque?"...y algunas preguntas más del estilo.
Vamos, que si uno lleva algún encargo y no lo dice, no puede hacerse
el loco y decir que no se lo preguntaron.
El aeropuerto internacional de Miami es
bastante grande, pero no es complicado, pues simplemente hay que
seguir las indicaciones que hay por todos sitios. Cuando uno sale del
avión, tiene que dirigirse a las garitas de Inmigración y esperar
una larga cola (nosotros fuimos afortunados, ya que sólo esperamos
45 minutos. Hay gente que espera unas dos horas después del
interminable viaje). Una vez allí, deben entregar el papelito azul
que nos dieron en el avión y en el que hay que responder varias
preguntas, además de declarar si se lleva algo de valor, alimentos o
algún regalo o mercancía que se vaya a quedar en Estados Unidos. El
agente suele preguntar las mismas cosas (ponen un video explicativo
en el avión con las preguntas frecuentes que uno se va a encontrar
en aduanas); "¿Cuál es el motivo de su visita a Estados
Unidos?", "¿Dónde piensa usted alojarse mientras dure su
estancia?" (es obligatorio dar una dirección, ya sea del hotel
o de los familiares o amigos donde se vayan a alojar). Una vez
informados todos los datos, los pasajeros pueden ir a recoger sus
maletas. Como la cola es tan larga, las maletas ya están en el
suelo, al lado de la cinta transportadora correspondiente, esperando
a sus dueños. A partir de ese momento, hay que hacer otra cola en la
que un oficial decide si puedes salir a la calle o te deben revisar
las maletas. Yo pensé que con dos niños y las maletas protegidas
con plástico y una cara de cansada que me llegaba a los pies, el
oficial se iba a apiadar de mi y me iba a dejar salir, pero no fue
así. El "simpático" oficial nos puso la etiqueta "A",
que al parecer quiere decir que se deben pasar las maletas por rayos
X. (Al menos nos libramos de que nos abrieran las maletas y lo
revolvieran todo).
Cuando pasamos las maletas por los
rayos X, enseguida se armó un revuelo. "Señora, señora, ¿qué
lleva usted ahí? Y yo pensando en qué rayos podía yo llevar para
que se armara tanto alboroto. Resulta que llevaba una bolsita con
unos sandwiches de jamón que mi hija se había empeñado en que le
hiciera en España y se me habían quedado en la maleta de mano. Pues
bien, el oficial todo enfadado, me regañó diciendo que no se podía
entrar ningún producto que provenga del cerdo, ni quesos, ni nada
parecido. Le pedí disculpas, pero no se quedó contento con eso,
sino que me pidió los pasaportes y nos hizo esperar unos 20 minutos
más mientras revisaba a consciencia los 3 pasaportes, como si yo
hubiera querido introducir en EU un sandwich de jamón infiltrado y peligroso.
En fin, después de una minuciosa
inspección, al final nos dejaron salir, no sin advertirnos una vez
más, que ni se me ocurra volver a cometer dicho delito. Así que ya
saben queridos lectores, ni se os ocurra traer nada parecido al jamón
o queso a tierras americanas.
Poco después, ya por fin, pudimos
salir a la calle, donde nos esperaba ansioso mi querido esposo.
Welcome to USA!
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